jueves, 28 de junio de 2012

LA ALQUIMIA DE LOS SENTIDOS HUMANOS





 DE LA RAZON AL CAPRICHO


La pasión y el orgullo son elementos básicos en la personalidad de los individuos y suelen determinar conductas que sobresalen o se esconden en un medio saturado de ejemplos, tendencias y vicios comunes en la perspectiva de la humanidad ante los diversos escenarios de la vida.

Ser apasionado define a los mexicanos ante el resto del mundo por la importancia que suelen dar a los mínimos detalles que formen parte de sus vidas; el orgullo sin embargo, no conecta muchas veces un sentido lógico de nuestro actuar; así desde este enfoque es muy fácil descomponer la óptica original y ajustarla al plano emergente a que uno se sujete, sobreviniendo una mutación de la personalidad por acceder a núcleos desconocidos tales como el poder, el confort, la necesidad o la carencia. 

Al desconocer cualquiera de estos ámbitos el hombre corre el riesgo de no ser autentico llegada la hora de poder tomarlos en conocimiento real (o vivencial), pues alguien humilde en ascenso puede tornarse en prepotente o un magnate enfermo desprenderse de su fortuna en una compulsiva búsqueda de paz interior; también es posible que alguien acostumbrado a las comodidades encuentre una razón en lo sustentable y termine por coludirse en el apoyo y protección a la naturaleza, o que alguien nacido en un entorno propiamente natural termine convirtiéndose en un tala bosques.

La diversidad ideológica de los individuos les provoca una auto-definición de ellos mismos, provocando la mayor parte de las veces la aparición de un ego exacerbado y recreando sus particularidades como las principales expresiones tomadas en cuenta por el resto de la población que les rodea; es aquí donde aparecen los núcleos y grupos de interés común, resaltando los que por su integración e impacto se posicionan en la mentalidad de la sociedad hasta su inconsciente invocación. 

La condición natural del ser humano a ser escuchado (que no oído, eso es otra cosa), le impulsa a buscar la atención plena de quienes tiene a su alrededor, muchas veces sin tener un intención concreta de interacción sino simplemente por cumplir un ciclo humano instintivo que es el de relacionarse con sus semejantes; sin embargo las diferentes actitudes y posturas de la gente impiden que las relaciones de empatía cobren fuerza y se diluyan en la especulación de los inciertos.

El tener como marco diferencial humano una multitud de valores y creencias por compartir, otorga la posibilidad de interrelacionarse con gente de los mismos intereses y formar grupos de trabajo, de diversión, de fe religiosa, de filiación política, etc. ; al mismo tiempo sirve para medir la proporción de nuestros alcances en el sentido de la pertenencia y la magnitud de nuestra entrega en virtud de alcanzar las metas u objetivos.

Al emerger la responsabilidad del individuo (sea en su trabajo, estudios, familia, etc.), en relación con su personalidad, estilo y gustos; arranca una nueva expresión del humanismo que es la de la adaptación de la necesidad a la proporción del sentido hedónico (la disposición humana al placer); a la búsqueda inconsciente de las comodidades sin importar el espacio, tiempo o recursos para lograrlo.

El ser humano es hedonista por naturaleza, se sabe que las posiciones fetales tienen un sentido lógico de aparición en cuanto a la postura de mayor confort para un producto que ya vive y siente dentro del vientre materno; es decir, el individuo mucho antes de pensar ya busca instintivamente estar mejor “acomodado”  de acuerdo al medio que perciba, un ejemplo claro de hedonismo nato.

Tener un sentido hedónico no es la disyuntiva ante una situación de eventualidades económicas que ahora impactan a todos por igual (pues no solo la gente de a pie sufre, también los empresarios reciben el impacto en su debida proporción), el problema surge cuando a raíz del desconocimiento de un plano especifico de actuación, un ciudadano se convierta en un cáncer para la población que comúnmente  solía atender bajo otro enfoque y desde otra perspectiva.

Ahora el poder ascender o tener la oportunidad de ser probados en otra dimensión categórica de nuestras responsabilidades, también desencadena actitudes de insensatez o explosiones de incongruencia que no embonan con el desarrollo común de nuestros roles antes de experimentar el cambio; es una muestra de la inexperiencia y mal manejo de la circunstancias en torno a la recepción de las oportunidades y su desempeño lógico.

No debería tener mayor problema el ajustar los canales de la intención y buen gusto con los de la responsabilidad y la lealtad; siendo esta ultima la mejor expresión de quien se siente parte de un entorno determinado. Sería de mayor reconocimiento que alguien en particular adaptara las malas condiciones de cualquier índole (trabajo, estudio, diversión, etc.), que pudiera percibir; que rechazar un alternativa sin ser lo suficientemente propositivo y quedarse con los brazos cruzados.

En estos tiempos, en que los entornos formalizados de interacción social como los centros escolares, de trabajo, de seguridad, etc.; son atendidos por sus aparatos directivos y se promueve el desarrollo profesional o estudiantil de sus empleados o estudiantes, persuadiéndolos a actualizar sus conocimientos en espera de subir  de categoría o acceder a becas y estímulos; quienes son candidatos a los beneficios por su calidad humana o profesional, eventualmente tienden a cambiar su enfoque inicial para adoptar tendencias de “inmerecimiento social” o convertirse en “perdonavidas” ante una población que solía percibirlos de otra manera.

La intención de cubrir una instrucción girada no requiere de mayor condicionamiento que la orden de ejecución, no hay más. El revertir esquemas, cuestionar estrategias, solicitar recursos ilógicos o innecesarios, y más simplemente, el  frenar una actividad por cualquier razón fuera de la institucionalidad, solo pone al descubierto la superficialidad de quienes sujetan su figura a lo que ellos mismos creen que son ya para su población inmediata.

Concluiría esta reflexión con una última sentencia sobre el cambio incoherente de las actitudes humanas en relación a sus roles; y esta sería: Nadie es indispensable en esta vida más que para vivir su propia realidad. No lo olvidemos.



Por

Gerardo Morales



PROPIEDAD INTELECTUAL: TODOS LOS TEXTOS SON ORIGINALES DE CARLOS GERARDO MORALES OLIVERA




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