viernes, 15 de junio de 2012

ENSAYO: Modos y usos de la lengua de castilla




PARAFRASEANDO DESDE LA CONQUISTA


El castellano como derivado del español antiguo y resultado de la mezcla de estilos, fuentes y parlantes; ofrece una gama extensa de variantes y aplicaciones propias de las regiones y zonas donde fluye y toma forma.
En México, todas las zonas económicas del país tienen sus propios modismos y costumbres, en el leguaje no hay excepción; todos los pueblos en todas las regiones ocupan palabras y frases propias de su idiosincrasia y cultura.
En épocas remotas, antes de la emancipación de los pueblos y de la constitución de un gobierno republicano (mucho antes también de la monarquía), el acento y los conceptos regularmente comunes en las zonas urbanas, eran utilizados por igual tanto en el norte como el sur, pues se entiende que aunque la extensión de la colonia había llegado hasta los lugares mas apartados, la generación de las relaciones igualitarias se dio mucho despues y en el contexto de rebelión que ampliamente conocemos.
Así entonces al irse desprendiendo núcleos pensantes que lideraban masas dependientes de su guía y que se fueron posicionando en sus respectivas regiones auspiciadas por los conquistadores concentradas por ellos mismos, dando pie a las encomiendas y provincias; despues de esto, al ir conformando una comunidad en crecimiento, ajustada al estilo del grupo que la congregó; fue estilizando su propio acento hasta llegar al que cada uno tiene en su respectiva zona de confluencia; por esto mismo se puede entender que aunque Sonora no colinda con San Luis Potosí, por ejemplo; si convergen en su estilo norteño de expresión verbal. Lo mismo ocurre con Chiapas y tabasco; Campeche y Yucatán; o Guerrero y Oaxaca; en donde el acento es similar y solo varía en algunas concepciones.
Hablando de conceptos podemos encontrar una diversidad de aplicaciones a lo largo y ancho de toda la nación; en estos es fácil encontrar similitudes fonéticas, expresiones retóricas intencionales y sin intención; sinonimias, supuestos, etc.; en cada una de las formas utilizadas se aprecia la incidencia de la región y el costumbrismo implícito de sus habitantes por eso nunca se descarta que sea también una dosis de auto-burla, lo que desenlaza la aplicación de sustantivos raros y conceptos armados o adaptados a la referencia de lo que se ocupa.
En este tenor podemos interpretar al “huerco” de la zona norteña como una voz que hacía referencia antiguamente a los cerdos o mejor dicho puercos; que por la manera tan suelta y arrastrada de pronunciar la palabra hacía que se diluyera la letra “P” y se concluyera en una diéresis de la “ue”; como los colonizadores de esa región utilizaban su desprecio de esta forma hacia los indígenas, la voz se fue haciendo mas común entre los mismos pobladores, recayendo su uso hasta nuestros días tal como lo seguimos expresando y oyendo.
O la voz tabasqueña “ay mojo”, que refiere a la expresión “ni que fuera”; derivada de la voz española “Hay moro”, ocupada en un inicio en son de broma entre los españoles de esa zona costera de conquista, para molestar a los indios que hallaban en su camino, dirigiendo esa frase en comparación a sus oscuros (de piel) contrincantes árabes históricos; sin embargo al ir interactuando cotidianamente con ellos la expresión se fue haciendo mas común hasta variar en su uso y terminar en lo que hoy escuchamos recurrentemente en esa zona para auto-compararse en desacuerdo con algo o alguien.
Así como se encuentran nominaciones propias de algunas regiones y sus definiciones concretas para su mismo gentilicio, también hay expresiones que tienen significados distintos a pesar de ser escritas y pronunciadas de la misma forma; en este apartado encontramos cientos de ejemplos y variantes en sustantivos específicos, verbos, sentencias, aprehensiones, muletas, etc.; dando pie al verdadero reflejo y distinción de los gentilicios en nuestro país.
Para citar algunos de estos ejemplos entre los cientos que me vienen a la mente, comentemos el del concepto de “morra”, que en el sur del país deduce en su contexto a la cabeza, y en el norte significa niña o muchacha; el de “momo”, que en el sur aduce a algo de formas redondeadas y en el norte es un insulto; o el hacer expresiones que suenan y significan esquemas diferentes o viceversa en cada región, como el decir “con madre” en el norte y el “a toda madre” en el sur, entre muchas otras expresiones que en un lugar se ocupan de una forma tan común y en otra deducen una grosería o insulto.
La idiosincrasia autónoma de los pueblos parece tomar un cauce lógico que sobrepasa los limites de lo absurdo y aparenta concretar una simbiosis muchas veces inexistente de los significados reales,  que los conmina a suprimir lo exhibido ante la oportunidad de aplicar un precepto derivado de las sub-lenguas y sus situaciones geográficas.
Muchas veces la oportunidad de trasmutar el sonido de un simple golpe o percusión cualquiera en una voz o concepto, ha orillado también el nacimiento de muchas otras acepciones y significados propios de quien las ocupa (por ejemplo África); es aquí donde toman forma las expresiones raras acopiadas por los responsables de las versiones originales de su modelo a seguir o copiar; como las acepciones o voces de sonidos extraños en nuestra lengua pero que hemos aprendido a utilizar de manera natural y apropiada.
Al encontrarnos ante un panorama vasto de variedad lingüística, también hemos de reconocer que las correspondientes academias nacionales de la lengua en colaboración con sus institutos de cultura, hacen la parte que les corresponde en el tenor de atender la información que surja en cuanto a actualizaciones o evolución de la lengua.
Esto no perece importar mucho en México, en donde  pesar de encontrarnos una contradicción enorme en el manejo conceptual de algunas formas lingüísticas, se ha aprendido a sobrellevar la carencia de un lenguaje propio del mexicano, es decir; un vocabulario que compartamos todos los habitantes de la nación por igual. Sobre este hecho no hay mucho que apuntalar, pues deviniendo de una cultura dominante y sujetos a lo autorizado por la RAE (Real Academia de la lengua Española), no tenemos un gran radio de crecimiento o evolución de nuestra propio lenguaje.
En México, el ocupar o tener conceptos propios de cada región, hace que la percepción de los estudiosos de la cultura y las artes vean en este reflejo, una oportunidad de investigación de nuestras raíces, y es comprensible que en el afán de mantener viva una cultura se permitan ciertos rasgos y vicios de las personas estudiadas sin darles la oportunidad de trascender en su percepción del nuevo lenguaje y orillándolos mediante el enorgullecimiento de su historia a seguir en el esquema de “lo propio”, para en lo sucesivo continuar obteniendo datos específicos sobre determinados estudios; una especie de “conejillos de indias lingüísticos”.
Esto ha marginado a la mayor parte de los pueblos indígenas del mundo, pues el exacerbar sus derechos y la protección a su patrimonio cultural les resta oportunidad de acceder al mundo actual y sus avances humanísticos y tecnológicos; con esto solo se provoca un incremento del abuso y la perdida de los valores humanos por sobre las etnias.
Es precisamente el lenguaje y su expresión, así como su contraparte (el no hacerlo), el que evidencia la capacidad del individuo en relación con su medio inmediato, si un indígena o un forastero accede a un entorno de mayor nivel, tendrá que ajustar su nivel intelectual (incluido el lenguaje) para formar parte de el sin sesgos, bloqueos o limitaciones; por eso mismo la persona de extracción indígena que sale de su entorno sin dominar el idioma que reine en su entorno urbano será presa de la carencia; primero de las oportunidades de acceso a lo estrictamente básico, y después de una igualdad de desarrollo humano ante quienes le rodean; lo mismo pasa con los migrantes que no hablan la lengua del país al que llegan.
No obstante, el uso de conceptos alternados en la geografía de nuestro país no representa mayor daño para la sociedad que ya ha aprendido a diferenciar una expresión de otra; ahora hay mayor abundancia en la explicación a través de los medios, y estos a su vez llegan con mas fuerza a todos los estratos sociales; es esta explosión de difusión lo que ha terminado de impulsar un manejo respetuoso de las voces ajenas.
Si la ignorancia o el desconocimiento de algunas cosas con referencia a nuestra personalidad nos hace deducir o aplicar conceptos como el “sospechosismo” de Santiago Creel, o el “plurisemita” de Denisse Maerker; en lugar de sumarnos a la burla o descalificación de la gente común y corriente, mejor intentemos recrear o fabricar lo que nuestra mente nos impulse a hacer; quizá en un momento dado sea esto un parteaguas para que asumamos la evolución de nuestro propio lenguaje.


Por
Gerardo Morales

PROPIEDAD INTELECTUAL: TODOS LOS TEXTOS SON ORIGINALES DE CARLOS GERARDO MORALES OLIVERA






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