viernes, 23 de marzo de 2012

¿Versus?: LA VISITA PAPAL Y EL DUELO NACIONAL





ENTRE LO SAGRADO Y LO TRÁGICO


El mexicano común y corriente; aquel que usa el transporte público, el que por sí mismo saca su basura al recolector, el que lleva a sus hijos a la escuela y tiene que pedir permiso con sus superiores para asistir a las juntas del colegio; aquel que diariamente tiene que checar su entrada al empleo y justificarse cuando no le es posible; ese que tiene que prescindir de los empleados para satisfacer sus necesidades propias, es quien menos entiende la gran desproporción que prevalece en la sociedad mexicana, cuando “coinciden” de pronto en una fecha triste y claramente recordada por la misma gente, actividades extraoficiales que el estado convierte en “oficiales”, como el caso de la visita de Su Santidad, el Papa Benedicto XVI el día de hoy, fecha también del aniversario luctuoso de Luis Donaldo Colosio.

Cuando nos encontramos especulando sobre los escenarios que rodean determinadas circunstancias, sobre todo aquellas que tiene que ver con fechas determinantes en la historia de nuestro país; nos damos cuenta de la superficialidad con que se conectan los intereses de quienes llevan la batuta política con los de algunos sectores privilegiados; en el caso de las visitas de Jefes de estado al interior de la republica, se entiende que estas derivan de una agenda política que le permite planear estratégicamente el acto convirtiéndolo en oficial; pero en el caso de apostolados sobre la fe (independientemente de la religión que sea), el lucro con la disposición social para activar una perspectiva nacional y desestimar otra, varía esta condición.

Por esto es un tanto difícil para la sociedad mas empobrecida, intuir hacia donde se mueven los intereses de los poderosos cuando se presentan en un mismo día eventos o actividades que concentran masas, para cumplir cualquier aniversario o evento conmemorativo.

El papel del individuo frente a poderes que le son inmensamente superiores, debe ser un punto de reflexión hacia su futuro inmediato; es común que ante una eventualidad emergente que cause daños en perjuicio de quien sea, quien tenga más poder (aunque no la razón) tendrá más oportunidad de evadir una responsabilidad y sanción sobre alguien de menor investidura por el mismo señalamiento; por lo tanto ante hechos indiscutiblemente claros como el magnicidio del ex candidato presidencial Luis Donaldo Colosio Murrieta, en el cual se percibe un complot político de altísimo nivel, no tenemos más que ajustarnos a los resultados de las autoridades, que para variar y en este caso particularmente no han sido positivos.

Debe ser esta clara premisa, la que obliga al gobierno en turno a que año con año le reste importancia a este hecho sangriento sin aclarar; pues resulta incomodo para la administración que tenga que salir a informar, que a la fecha no existe un solo avance sobre el caso.

Entonces es cuando aparecen las especulaciones sobre el aparato de justicia (que de paso también tiene labores de logística para el evento del Papa), y trastorna el sentir poblacional, afectando no solamente el seguimiento de una investigación mega extendida, sino que además vulnera el sentimiento religioso de algunos conciudadanos, quienes al verse excluidos por una u otra razón del evento papal (la insuficiencia de boletos principalmente), culpa al estado por su mala planeación y de paso le resta popularidad y presencia al Santo Pontífice.

Evidentemente, Joseph Ratzinger (o S.S. Benedicto XVI, como ustedes quieran), no está al tanto de la historia trágica inmediata de nuestro país, y lógicamente por encima de sus decisiones están las del estado Vaticano, el que seguramente conoce a la perfección la agenda político-social de los países que visita o pretende visitar; por lo tanto es responsabilidad de quienes coordinan los viajes papales, la asignación de fechas y lugares en conjunto con quienes serán visitados; hecho que evidencia el desinterés del Estado por el aniversario luctuoso del ex candidato y la oportunidad de desviar la atención de los sectores agraviados (familia y filiación partidista) con la apretada, riesgosa y espectacular visita.

Dichas condiciones de interacción religiosa, aparecen como el sinónimo de la falta de planeación del Gobierno en todas sus esferas, pues la sede escogida (al parecer de forma exprés), no refleja condiciones de espacio, seguridad ni infraestructura ante la magnitud del evento, que además de recibir a tan digno personaje, debería enmarcar su presencia con las mejores expectativas tanto geográficas, climáticas y de seguridad; aspectos que no se cumplen, al ser la sede una provincia pequeña, variante en su clima y asolada por células de la delincuencia organizada, que a pesar de “pactar” una tregua durante la visita, no deja de ser un riesgo permanente, no solo para la figura del Papa, sino para la población en las calles, que en esos días, rebasará inmensamente la media acostumbrada.

Por otro lado, al cumplirse el 18 aniversario del magnicidio sobre Colosio, a pesar de haber sido tremendamente desplazado en la apreciación popular, se tienen preparados algunos sencillos homenajes en los sitios más relevantes del hecho como lo serian el altar levantado en lomas taurinas (lugar del trágico evento) y algunos bustos y monumentos en honor al líder caído a lo largo del país, principalmente en Magdalena de Quino, Sonora, lugar de su nacimiento y ultimo adiós y el de su seno partidista.

Sería interesante saber, cuales son las razones (aparte de la diplomacia) que orillan a los gobiernos a actuar en detrimento de sus propios valores y compromisos contraídos con sus connacionales, estas suelen ser regularmente originadas por las circunstancias globales en que se sitúa un efecto común (la religiosidad lo es) y partiendo de las condiciones en que se presenta un evento o dependiendo de ellas, así se programan los líderes nacionales para proteger sus intereses.

Escoger entre un evento y otro para recrear un nacionalismo sin forma es irrelevante, asistir (si se tiene boleto) a presenciar una misa del Papa en turno o a dejar una ofrenda floral a quien lo merezca, es solo una decisión personal; no existe en esa expectativa una traición a la solidaridad ni a la justicia; es solamente una forma gubernamental (de un partido ajeno al mártir por cierto) de hacernos sentir a nosotros los culpables de tan marcada desproporción conmemorativa, pues si no tomamos en cuenta a alguna de las partes posteriormente no podremos exigir ni opinar sobre uno u otro aspecto, basándonos en nuestro “incumplimiento”, y como resultado de nuestro propio desdén.

Ambos eventos son importantes para la sociedad mexicana; la religiosidad ha sido una característica propia de nosotros y aunque no compartamos totalmente una ideología eclesiástica en común, nuestra humanidad y disposición servicial (generalmente y con sus excepciones) como elementos de nuestra naturaleza latina, nos orilla a respetar la religión que sea y sus respectivos representantes, como el caso del Dalai lama, que recientemente visito el país o la comunidad judía u oriental, que desde hace algún tiempo forman parte de nuestra sociedad y también tienen sus propias costumbres religiosas; por el lado político es aun mas perfectible la participación de los ciudadanos, ya que es una realidad latente y vivencial día con día.

No obstante, dentro de los parámetros que miden las tendencias sociales y que fluyen a través de los medios de comunicación, se percibe un decrecimiento en la percepción de la población hacia el “Caso Colosio”, toda vez que precisamente durante los días previos y subsecuentes a la conmemoración del trágico evento, anteriormente renacía y se mantenía un clima de inconformidad y aprehensión hacia las autoridades en pos de justicia y resultados.

A Luis Donaldo Colosio le sobreviven sus dos hijos, quienes también perdieran a su madre poco tiempo después del deceso de su padre; ahora, mayores de edad con un criterio manipulado por los medios y la diversidad de sentimientos encontrados derivados del clamor popular, deben tener una lectura incompleta por parte de las autoridades hacia esa amarga experiencia.

Si Joseph Ratzinger (o S.S. Benedicto XVI) tuviera conocimiento pleno de la historia de esos sobrevivientes, hijos de la injusticia e incompetencia jurídica mexicanas; tomando en cuenta su trayectoria humanística (que lo convirtió sin duda en Papa), su total conocimiento de los preceptos divinos, su disposición fraternal y de amor para el mundo; seguramente habría pugnado por otra fecha de visita u otro país para acudir en la misma. Ahora solo falta saber si dentro del mensaje que dirigirá al pueblo de México, estará incluida alguna mención sobre el mártir mexicano y su inalcanzada obra.

Es difícil saber si algún día conoceremos la verdad sobre el caso Colosio, es aun más incierto determinar si alguna vez alcanzaremos un consenso religioso en todas las latitudes de  nuestra nación; en esto último tendremos que aprender a vivir en la pluralidad eclesiástica y ajustar nuestros canales de convivencia a favor del respeto, ya que en México existen infinidad de corrientes y sectas religiosas; por lo dicho al inicio de este párrafo con respecto al magnicidio, me parece que todo indica un carpetazo oficial, aunque sin queremos detalles, pues esperemos (sin ningún afán) el film de Carlos Bolado (cineasta veracruzano), que saldrá a mediados del año bajo el sello Alebrije, Audio y video & Udachi Productions, y con la participación de Enoch Leaño y Odiseo Bichir como estelares; en la cual recreara el asesinato del político sonorense y que esperemos, no sea uno más de los babeos que nos gotea e impone el gobierno.

Hoy recordemos a Colosio, como el hombre que quiso pero no pudo ser; y saludemos a Benedicto XVI, el hombre que quiere y puede llegar a los corazones de otros para que las cosas sucedan.


Por
Gerardo Morales


 PROPIEDAD INTELECTUAL: TODOS LOS TEXTOS Y APUNTES SON ORIGINALES DE CARLOS GERARDO MORALES OLIVERA



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