CRISIS FINANCIERA
Construyendo una respuesta política latinoamericana
1era de 5 partes
1. CONTEXTO
Entre analistas se discute el inicio de la crisis y las causas inmediatas
de ésta. Lo que sí es claro es que la crisis se originó en Estados Unidos,
específicamente en el sector financiero con el colapso del mercado de hipotecas
desde el 2007, extendiéndose luego a otros sectores como la banca de
inversiones en el 2008, afectando finalmente a la economía real, con la
consecuente reducción del consumo, la inversión y el desplome del comercio
internacional, y una fuerte caída en las expectativas de crecimiento y de la
confianza de los consumidores.1
Esta crisis no es un hecho aislado. Es otro desequilibrio en un contexto de
varias crisis y problemas de carácter global; que complican aún más el panorama
mundial presente y afectan de manera directa a la región de América Latina y el
Caribe. Otros desequilibrios globales son la crisis alimentaria, la crisis
energética y el cambio climático, los que están estrechamente ligados entre sí
y comparten vínculos cuyas consecuencias sufren con mayor fuerza los estamentos
más frágiles y en situaciones de vulnerabilidad de todas las sociedades. En
América Latina y el Caribe esas vulnerabilidades se explican principalmente por los altos niveles de desigualdad; pobreza e indigencia; inadecuado acceso a
servicios de salud y educación de calidad; menores oportunidades laborales y
persistentes sentimientos de discriminación, los que afectan particularmente a
determinados grupos tales como pueblos originarios, mujeres, jóvenes y los
adultos mayores. En síntesis, grupos en situación de exclusión social. Esta a
su vez, se manifiesta en una inadecuada participación y representación política.
A dicha exclusión “objetiva” cabe agregar una exclusión “subjetiva”, es decir,
estos grupos poseen un bajo sentido de pertenencia e integración en sus países.
Todo lo anterior atenta contra la convivencia democrática, la gobernabilidad y
el Estado de Derecho. La crisis económica está agravando esta problemática.2
Por otro lado, están los otros desequilibrios globales como el cambio
climático. El cambio climático es un problema del que se empezó a tomar
conciencia hace ya algunos años. En 1992 se celebró la Convención Marco de
Naciones Unidas sobre Cambio Climático. Desde ese momento se estableció que
existía una preocupación “porque las actividades humanas han ido aumentando
sustancialmente las concentración es de gases de efecto invernadero en la
atmósfera, y porque ese aumento intensifica el efecto invernadero natural, lo
cual dará como resultado, en promedio, un calentamiento adicional de la
superficie y la atmósfera de la Tierra y puede afectar adversamente a los
ecosistemas naturales y a la humanidad.” 3
Este problema es grave y trasciende a los cambios bruscos de temperatura,
al aumento el nivel del mar y al aumento de los desastres naturales. No es sólo
un problema ambiental, sino también un problema humanitario y de salud pública
con múltiples dimensiones. Debido al incremento en los niveles del mar, a los cambios
en los patrones de lluvia y en la ubicaciones de los desiertos, tierras para
cultivo y bosques; podrían ocurrir hambrunas y enfermedades, problemáticas que
aumentarían las migraciones de los países ambientalmente devastados hacia
Estados Unidos o Europa con todas las implicaciones socio-económicas y
socio-culturales del caso.4
El cambio climático también ha sido uno de los principales factores de las
crisis energética y alimentaria. En la Cumbre sobre Cambio Climático del
Sistema de Integración Centroamericana (SICA), en San Pedro Sula (2008), se
estableció que“ existe un vínculo indisoluble entre el cambio climático, la
prevención de desastres ,la lucha contra la desertificación y la sequía, la
generación y consumo de energía, la gestión integrada del recurso hídrico, el
cambio de uso de suelo, el ambiente, la salud, la seguridad alimentaria y
nutricional, los bienes y servicios ambientales, la educación y la paz social”.
5
En la XVIII Cumbre Iberoamericana (2008) también se abordó este problema y
se estableció la necesidad de “incrementar acciones dirigidas a la educación
ambiental para fomentar el respeto y cuidado de nuestro entorno, promoviendo la
participación de la juventud como actor estratégico de la gestión ambiental y
en el desarrollo sostenible, mediante programas que promuevan la recuperación y
conservación del medioambiente, la reducción del riesgo ante los desastres, el
uso eficiente de la energía, la conservación y uso sostenible de la
biodiversidad y los recursos naturales para enfrentar los desafíos que plantea
el cambio climático”.6
En diciembre de 2009 se celebrará en Copenhague una Cumbre internacional
sobre cambio climático. En ésta se reunirán ministros y funcionarios de 189
países para llegar a un acuerdo que sirva como sucesor del Protocolo de Kyoto,
el cual expira en 2012, entre otras cosas. Uno de los principales objetivos es
obtener un acuerdo que combine el respeto por el medio ambiente, la calidad de
vida y la seguridad del abastecimiento energético a largo plazo. La agenda de
la Cumbre plantea analizar temas como la reducción sustancial de los gases de efecto invernadero, el
empleo de tecnologías limpias, la financiación de actividades para la
protección del clima, la estrategia para evitar que la temperatura de la
atmósfera aumente más de la que existía en tiempos pre-industriales y la
adaptación a los efectos del cambio climático. Según, Michael A. Levi, las
negociaciones previas a la Cumbre de Copenhague han girado en torno a cinco
puntos esenciales: mitigación, adaptación, financiamiento, tecnología y en
crear una visión para la acción cooperativa a largo plazo. La mitigación se
concentra en la reducción de la emisión de gases; la adaptación en esfuerzos
para lidiar con los efectos inevitables del cambio climático; financiamiento en
esquemas para pagar por los recortes de emisiones; tecnología para avanzar en
la distribución de tecnologías con bajo uso en carbón; y por último, en la
creación de una visión de largo plazo y de un marco que englobe todos estos
puntos.7.
La crisis energética, por su parte, surge, principalmente, por el aumento
en el precio de los combustibles y por la menor disponibilidad de estos
recursos. El aumento del precio de la energía ha tenido una incidencia
importante en el alza de los precios de los alimentos porque ha incrementado
los costos de producción y comercialización de los alimentos (fertilizantes y
transportes).8
También ha estimulado la búsqueda de energías alternativas. Esta
intensificación en la búsqueda y producción de nuevas fuentes de energía más
amigables con el ambiente, así como el “boom” de los biocombustibles no están
exentos de crítica, por temas como el mal uso de los suelos y el uso de
alimentos (en especial el maíz) utilizados para la producción de estos nuevos
combustibles. Al igual que con los biocombustibles y los problemas ocasionados
por el cambio climático -como puede ser la escasez de agua por mencionar uno-
la crisis alimentaria es producto de luchas por la tierra, la disminución de la
inversión en agricultura, el estancamiento en la productividad agrícola y de
una mayor demanda de alimentos por el crecimiento demográfico y también por el
crecimiento económico y un mayor consumo de los países más poblados del planeta.9
Otros factores que pueden estar incidiendo son la apertura comercial y su
énfasis en la agricultura de exportación en competencia con la agricultura para
abastecer el mercado interno, así como el énfasis en la exportación de
productos no tradicionales y el abandono de cultivos básicos en la dieta
tradicional.10
En Centroamérica, y en Guatemala principalmente, el hambre y la
desnutrición se están manifestando con fuerza, hipotecando el futuro de niños,
niñas y jóvenes. Los anteriores factores llevan a la conclusión de que esta
crisis no es de disponibilidad de alimentos, sino de carestía.11
A pesar de que América Latina y el Caribe es, en su conjunto, una gran zona
productora y exportadora de alimentos, una proporción importante de la
población se vio afectada por el encarecimiento de los principales productos agrícolas (trigo, maíz, arroz, soja).12
Los precios internacionales de los alimentos aumentaron en promedio un 138%
entre 2000 y 2008. Las mayores escaladas se verificaron entre 2006 y 2007,
bienio en que los precios crecieron un23,8% y entre 2007 y junio del 2008,
período en que hubo un incremento del 40%.A mediados de 2008 los precios
comenzaron a disminuir, aun cuando han permanecido en niveles superiores a los
de 2006 y parece poco probable que los precios retornen a los niveles de
periodos anteriores.13
En la actualidad, la comunidad internacional aboga por la soberanía
alimentaria. En la Declaración de la sociedad civil sobre la emergencia
alimentaria mundial se estableció que “La respuesta a la crisis de alimentos
actual (…) sólo es posible [superarla]mediante un cambio de paradigma hacia la
soberanía alimentaria integral.(….) [La Soberanía alimentaria] se centra en la
comida para los pueblos; valora a los proveedores de alimentos; localiza los
sistemas de alimentos; asegura el control comunitario y colectivo de la tierra,
el agua y la diversidad genética; honra y construye conocimiento y habilidades
a nivel local; y trabaja con la naturaleza”.14
El desarrollar las capacidades nacionales en esta materia es un tema de
prioridad que requiere de consensos y políticas públicas específicas. De igual
manera, en la Declaración de la Cumbre Alimentaria del SICA (2008) se establece
que los Estados tienen la obligación de respetar, proteger y garantizar el
derecho universal a la alimentación y que en la “justa lucha para ejercer la
Soberanía y la Seguridad Alimentaria, debe eliminarse cualquier tipo de
imposición, y/o especulación, y debe protegerse, tanto a las y los productores
de alimentos, como alas y los consumidores”.15
En la Reunión Regional de Alto Nivel sobre Seguridad Alimentaria en América
Latina y el Caribe que tuvo lugar en la sede de la Secretaría Permanente del
Sistema Económico latinoamericano y del Caribe (2008) se destacó que el alza de
los precios de los productos agrícolas más importantes tiene repercusiones
negativas para los países exportadores de alimentos, así como para los
importadores de los mismos. También enfatizaron que, además de buscar que los
alimentos sean accesibles para la población, también se deben crear medidas de estímulo
directo a los productores agropecuarios, dentro de los cuales debería incluirse
el establecimiento o perfeccionamiento de sistemas de seguro a la producción
agrícola.16
En la Conferencia de Alto Nivel sobre la Seguridad Alimentaria: los
desafíos del cambio climático y de la bioenergía (2008) participaron 181
países. Allí se estableció que los alimentos no deberían ser empleados como un
instrumento de presión política ni económica. Concluyeron que se deben crear
políticas de corto plazo para ayudar a los más necesitados, pero que tampoco se
pueden dejar de lado las políticas de mediano y largo plazo (mayor inversión en
agricultura e investigación agropecuaria) para atacar las causas estructurales
del problema. No se oponen al empleo de o combustibles, siempre y cuando éstos
respeten los pilares del desarrollo humano sustentable y no sean prioridad
sobre la seguridad alimentaria (se debe evitar la competencia entre energía y
alimentos).17
Aunque más reciente, otro
desequilibrio global es el de la pandemia de AH1N1 de 2009. En la actualidad
las posibilidades de propagación de un virus de esta índole son mucho mayores
que a inicios del siglo XX. Cualquier epidemia se puede extender más allá de su
lugar de origen por la creciente interconexión entre las poblaciones y por el
gran desarrollo científico-tecnológico y de transportes operado en el último
siglo. El transporte aéreo acelera la dispersión del virus, y a su vez
imposibilita impedir su transmisión a nuevas latitudes. Por otro lado, los
avances producto de la globalización también posibilitaron que los hechos en
México y los nuevos hallazgos sobre la enfermedad pudieran ser difundidos por
todo el mundo con rapidez. Las acciones de la Organización Mundial de la Salud
(OMS) y el desarrollo de las telecomunicaciones favorecieron que el sistema
internacional de salud estuviera mejor preparado para hacer frente a esta
amenaza.18
La pandemia ocurrió en un escenario de crisis financiera global, por lo que
vino a ejercer mayor presión sobre las economías y sistemas de salud. Los
Estados tuvieron que incurrir en varios gastos para hacerle frente (realización
de exámenes, notificación de casos confirmados, atención a todos los pacientes,
suministro de medicamentos, estudio de todos los casos sospechosos). De agravarse
la tasa de contagio de la pandemia los sistemas de salud podrían ser rebasados,
se ejercerían grandes presiones sobre las economías y podría alterarse el orden
social.19
Sin tener claro el contexto anterior, el peso de la crisis financiera no
puede entenderse. Los efectos simultáneos de todos estos problemas han
aumentado la vulnerabilidad de la región no sólo desde el punto de vista
económico, también desde el punto de vista social y político.
1.1 La crisis se traslada a Latinoamérica
Hacia 2007 los países de la región comenzaron a tomar conciencia de la
crisis, pero no se adoptaron decisiones en ese momento. Se pensó que podría
existir un “desacople” de la región, en especial por la importancia creciente
que reviste la economía china y otras economías asiáticas para nuestros países.
Sin embargo, apoco andar quedó en evidencia que no existía tal desacople, y que
los efectos de la crisis no quedarían radicados solo en los principales países
desarrollados y que sus manifestaciones en las áreas periféricas serían cada
vez más graves. Entre tanto, cuando se tomaron decisiones más significativas ya
había pasado casi un año. A pesar de que el origen de la crisis es externo a
América Latina, los efectos de la misma ya se sienten en todas las economías de
la región. Los mayores impactos se comienzan a sentir a partir del año 2009. Es
en este año cuando el crecimiento negativo se manifiesta para el conjunto de la
región con caídas muy importantes para las dos principales economías, Brasil y
México, en especial para este último. La crisis se ha “trasladado” a América
Latina y el Caribe principalmente por la caída en los precios de sus materias
primas y su consecuente impacto en el total de las exportaciones, las
dificultades de acceso al crédito y la interrupción en los flujos decapital.20
También han aumentado las tasas de desempleo y ha habido una desaceleración
en la reducción de la pobreza, y habrán mayores dificultades para cumplir con
los Objetivos del Milenio en el tiempo originalmente acordado.
Los efectos se manifiestan en todos los países de la región, pero de manera
desigual. México, Centroamérica y el Caribe probablemente son los más afectados
porque mantienen vínculos más estrechos con Estados Unidos. Por un lado, el
peso de EE. UU como socio comercial es considerable, y por otro, estos países
tienden a expulsar más migrantes hacia ese país y habrá un impacto negativo en
el envío de remesas. Los países sudamericanos tienen que enfrentar obstáculos
diferentes. Pese a que estos países son más independientes de Estados Unidos y
tienen una mayor adversidad de vínculos económicos y comerciales, estos se
verán afectados por la disminución en el volumen y los precios de sus
principales productos de exportación y en la desaceleración de la actividad
económica global. En todos los países, las dificultades económicas tendrán un
impacto político-social potencialmente grave. Además, los problemas ya
existentes de gobernabilidad, convivencia, violencia y erosión de los sistemas
democráticos nos hacen más vulnerables a los efectos de la crisis. A pesar de
ello, no todo es negativo. En la actualidad la región se encuentra mucho más
preparada para enfrentar esta crisis que en cualquier otro momento de su
historia. En el sexenio 2002-2007 los países de América Latina y el Caribe
tuvieron los mejores resultados en materia de crecimiento económico de los
últimos 40 años, así como en los principales indicadores de desarrollo social.
El número de personas en pobreza disminuyó en casi 10 puntos porcentuales y la
pobreza extrema en 7 puntos porcentuales.21
Otros rasgos actuales de las economías latinoamericanas, como su menor
vulnerabilidad externa, una fortalecida solvencia fiscal y los elevados niveles
de reservas, posibilitarán la aplicación de políticas anti-cíclicas destinadas
a mitigar el efecto del entorno externo en el desempeño de la región.22
CONTINUARÀ
COMPILACIÓN: FRANCISCO ROJAS, CARLOS GERARDO MORALES OLIVERA - ALBERTO GAMBOA RAMIREZ
COMPILACIÓN: FRANCISCO ROJAS, CARLOS GERARDO MORALES OLIVERA - ALBERTO GAMBOA RAMIREZ
PROPIEDAD INTELECTUAL:
1 Comisión Económica para América
Latina y el Caribe (CEPAL). Panorama social de América Latina 2008.
Santiago, Chile, CEPAL, 2009. p.
5.
2 Altmann, Josette (comp). Cohesión social y políticas sociales en
Iberoamérica. Serie FORO. Quito, Ecuador,
FLACSO-Fundación Carolina, 2009.
p. 8; y CEPAL, Panorama social de
América Latina 2008, p. 83.
3 Naciones Unidas, Convención Marco de Naciones Unidas sobre
Cambio Climático. New York, EU
4 Kurtzman, Joel. “The low-carbon
diet”. En: Foreign Affairs. Vol. 88. No. 5., setiembre/octubre 2009, p. 117.
5 Sistema de Integración
Centroamericana (SICA) Cumbre sobre cambio
climático y medio ambiente. San Pedro
Sula, Honduras. 28 de mayo de
2008.
6 XVIII Cumbre Iberoamericana. Declaración de San Salvador. San Salvador, El Salvador. 29 al 31 de octubre de
2008.
7 Levi, Michael A. “Copenhagen’s
Inconvenient Truth”. En: Foreign Affairs. Vol. 88. No. 5.,
setiembre-octubre
2009, p. 101.
8 CEPAL, Panorama social de América Latina 2008, p. 55.
9 Evans, Alex. The feeding of the nine billion. Global
food security for the 21st century. London, England, Chatham
House Report, 2009. pp. 7-8.
10 Díaz, Efraín. “Seguridad y crisis
alimentaria”. En: Revista
Centroamericana de Economía. II Época, año 14, No.
72. Julio/2008-Marzo/2009, p.
53.
11 García, Juan Carlos. “El impacto
de la crisis de los alimentos en América Latina y el Caribe.” En: ARI 152/2008-
24/11/2008, Real Instituto
Elcano, p. 1.
12 Díaz, “Seguridad y crisis
alimentaria”, p. 53.
13 CEPAL, Panorama social de
América Latina 2008, p. 54.
14 Comité Internacional de Planificación para la soberanía alimentaria
(CIP). Declaración de la
sociedad civil
sobre la emergencia alimentaria mundial. 23 de mayo de 2008.
15 SICA, Cumbre Alimentaria. Managua, Nicaragua. 7 de mayo de 2008.
16 Reunión Regional de Alto Nivel sobre Seguridad Alimentaria en América
Latina y el Caribe. Caracas, Venezuela.
30 de mayo de 2008.
17 Naciones Unidas, Conferencia de Alto Nivel sobre la seguridad alimentaria: los desafíos del
cambio climático y
de la bioenergía. Roma,
Italia. 3 al 5 de junio de 2008.
18 Córdova, José Ángel y Hernández, Mauricio. “La epidemia de influenza humana AH1N1 en
México: acciones y
lecciones”. En: Foreign Affairs Latinoamérica.
Vol. 9. No. 3. 2009. p. 68.
19 Córdova y Hernández, “La epidemia de influenza humana”, p. 62.
20 CEPAL. Panorama social de
América Latina 2008. pp. 5-6.
21 Bárcena, Alicia. “La pobreza y la desigualdad en América Latina y el
Caribe”. La Jornada, 20 de diciembre de
2008.
22 CEPAL, Panorama social de
América Latina 2008, p. 45.
COMPILACIÓN: CARLOS GERARDO MORALES OLIVERA - ALBERTO GAMBOA RAMIREZ
COMPILACIÓN: CARLOS GERARDO MORALES OLIVERA - ALBERTO GAMBOA RAMIREZ
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