SEMANAS NO TAN SANTAS
Hoy miércoles 4 de abril, la mayoría de las personas, de todos los estratos, entornos y entidades del país, terminamos el primer ciclo de labores del año y hacemos un alto en nuestras labores profesionales y estudiantiles durante alrededor de dos semanas, entre las que ese encuentra claro esta, la semana santa.
Es incierto precisar con que regularidad o frecuencia se inicio a aplicar este periodo bajo tintes recreacionales y de descanso para los trabajadores del planeta, lo que si es esta claro es que la semana mayor se conmemora desde el primer año (1 D.C.) en que se gesto el motivo de su aparición; iniciando primero con los grupos mas cercanos a Jesús y trasmitiéndose de generación en generación a todos los rincones del mundo católico
Seguramente por necesidades propias de los gobiernos que atendían países cada vez mas explotados demográficamente, se tuvo la visión (y oportunidad) de extender el tiempo litúrgico mas allá de lo conmemorativo en vías de otorgar a su población un espacio extra que pudieran aprovechar positivamente en pro de sus expectativas personales (principalmente el descanso), ya que es bien sabido que las actividades religiosas que derivan de la primer semana de esta temporada son enmarcadas por jornadas agotadoras para los fieles, o en otros casos no representan nada y son indiferentes para ciertas personas; razón suficiente para ampliar el asueto en beneficio de ambos sectores, quienes quedaban rendidos por las actividades sacras y quienes quedaban al margen.
Esta practica cotidiana en la república desde el inicio del siglo XIX, impulsada abiertamente por los primeros gobernantes de nuestro territorio, sería posteriormente desestimada en tiempos de Juárez y su secularismo político, y anulada por una temporada durante el mandato de Obregón, en la llamada guerra cristera; hechos que marcaron un hito en la religiosidad mexicana, por haber sido parte de la historiografía cultural de este país. A excepción de esos dos ejemplos aislados del ahora "festejo", este nunca ha dejado de considerarse en los calendarios oficiales de todas las dependencias gubernamentales en sus distintas acepciones. (duración, estilo o condiciones)
Durante este periodo de guardar, seguido y practicado en casi todo el mundo; se conmemoran los últimos 7 dias de existencia de nuestro Señor Jesucristo y su obra final en la crucifixión (su muerte física por nosotros); de esta forma se entiende que los dias de asueto obligatorio dirigido para todos en general tendrían que estar sujetos a su expectativa original, que sería el duelo.
Evidentemente al confluir diferentes perspectivas individuales en un espacio de tiempo libre de compromisos (laborales o estudiantiles) es lógico que la disposición humana tienda a decidir gozar que sufrir, restándole importancia a los hechos esenciales de esta temporada.
¿Cómo se desvirtúa el sentido de la semana santa? No podríamos determinar un acto en si mismo como el reflejo de esta degeneración social, aunque si se detectan diversas modalidades que expresan su apego justo, mediano, ligero o nulo ante estos eventos cristianos; son precisamente estas actitudes las que distorsionan la percepción que se tiene de una fecha estrictamente de guardar.
En algunos casos y sin el afán de utilizar estos dias como pretexto para hacerlo, algunos se dirigen a balnearios, lagos o ríos de la localidad; buscando con ello interactuar con sus familiares o amigos cercanos y suponer que refrescando el cuerpo también refrescan el alma, por recrear un encuentro bajo el esquema de “lo vacacional”; sabiendo ellos mismos que el hacerlo esos dias u otros del calendario no tiene mayor relevancia en sus vidas.
Otros son mas extravagantes aun y en virtud de sus posibilidades planean viajes al interior (incluso al exterior), visitando caras playas o centros turísticos de renombre, extendiendo el animo de descanso a un exceso de goce sin reparo ni control de ninguna especie; muchas veces olvidando por completo el sentido de esta temporada y otras sin pensarlo o siquiera saberlo.
Muchas personas al tener libre el tiempo que suelen usar para estar en trabajo constante, aprovechan este espacio para iniciar otras alternativas que le permitan mejorar su economía; otras lo ocupan para concluir tareas pendientes o tramites varados por la rigidez de los horarios laborales; sin embargo al existir un freno en las actividades productivas en todo el país, solo quedan en sanas intenciones.
Son pocas la personas que en realidad viven este periodo en apego justo a la esencia que lo enmarca; es realmente una minoría la que se desprende de los placeres banales y la superficialidad del goce, en estos dias en los cuales la disposición al desorden suele ser el común denominador.
Durante la recreación del vía crucis en los diferentes pueblos de nuestro país, solemos ver caravanas inmensas de “fieles” tras el sequito que pasea la imagen del redentor por las calles de la ciudad, vivenciando con gran emoción (algunos hasta las lagrimas) cada una de la estaciones que conforman el ultimo camino de Jesucristo; es común observar a la comunidad religiosa enarbolar la bandera del catolicismo bajo una entrega total y mística hasta el cierre de la actividad; sin embargo al final de ella, también toman sus aparejos de baño, se organizan las compras de útiles y víveres (entre ellos el infaltable licor), y se lanzan a la diversión sin ningún empacho.
Desde la óptica científica, el utilitarismo como fenómeno de aplicación social, obliga a los seres humanos a ocupar lo que esta al alcance de sus manos para satisfacer determinada necesidad, por lo tanto al encontrarse disponible para un mexicano promedio, un tiempo extra “de descanso”, este lo utilizara sin ningún reparo en virtud o defecto de lo que sea; para la idiosincrasia que nos caracteriza, esto no representa ninguna sorpresa, pues la identidad del mexicano es históricamente (y erróneamente en estos tiempos de superación) para la óptica internacional, un sinónimo de desparpajo e informalidad.
Desde mi punto de vista, considero que el descanso (si se ocupa como tal) es benéfico y sustancial, que no así el exceso y la disipación; si se distorsiona la utilidad de un espacio otorgado para la recuperación física y la reflexión mental, transformándolo en un peligroso vehiculo de destrucción; entonces se corre el riesgo de perder no solo la identidad sino que hasta la vida, ya que en estos dias también se disparan los índices de accidentes carreteros por exceso de velocidad o relacionados con el alcohol.
Entiendo que desde el punto de vista nacional y generalizado, el conmemorar cualquier evento desde la óptica del mexicano es síntoma de festividad (aunque sea de dolor, como el vía crucis), esto no solo le ocurre al pueblo mexicano sino a toda América, que comparte el sentido y animo latinos que nos ha caracterizado por siempre.
En estos dias de asueto, la máxima circundaría en tomar las cosas con calma y seriedad, independientemente del tono festivo que le queramos imprimir a estas fechas; de acuerdo a nuestra capacidad moral y madurez podríamos interpretar todos los esquemas derivados de esta temporada, sin llegar al extremo de perdernos en la incongruencia o dejar de lado la intención sacrosanta que nos involucra también.
El divertirse, descansar, gozar y tantas bondades para el cuerpo, también requieren de un estilo sano y confiable en bienestar de quienes dependen o están tras de nosotros, como ejemplo o bastión de sus vidas.
Hoy, que oficialmente estamos libres de cualquier actividad laboral formalizada (hablo solo del estudio y trabajo), tratemos de ser sensatos en la percepción del gusto e intereses ajenos, no confundamos la oportunidad de sentirnos bien y relajados, con una mala interpretación del tiempo libre al ocuparlo en detrimento de las buenas costumbres.
Que sean ustedes muy felices en estos dias de asueto.
Cuídense por favor; si consumen alcohol, no manejen.
Gerardo Morales
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