VERANOS PELIGROSOS
El
tiempo es un factor determinante para lograr cometidos de gran alcance; todos
los seres que se involucran en actividades que le redituarán una satisfacción
implícita en el resultado requerirán utilizar mas tiempo del acostumbrado para
percibir un dividendo a favor. Por esta causa todos los sistemas de aprendizaje
o encaminados al desarrollo de programas aplicados a cualquier tenor, siempre
serán formales y previstos.
Los
modelos educativos del país, no embonan todos bajo los mismos criterios y
contenidos, por lo tanto la aplicación del sistema preescolar supone una salida
emergente a la homogenización de los niveles intelectuales de la población de
ingreso; enrocando a aquellos que por una u otra causa no coinciden con la
perspectiva de otros educandos.
Por
esta causa, en casi todas las regiones y zonas de México, se programan cursos
de actualización y regularización académica dirigidos a los estudiantes que lo
requieren y bajo el enfoque de periodicidad alterna; es decir, sin un compromiso
obligatorio presencial en tiempo pero si en forma.
Estos
periodos de aplicación educativa en todos los campos (pues se abordan aspectos
que van desde los lúdicos como la danza o los deportes, hasta la investigación
y repaso de materias), se hacen comúnmente llamar “Cursos de verano”; pues las
fechas coinciden con las el periodo escolar de esa temporada y los ciclos
suelen ser cortos y fluidos, tal cual lo expresa un curso.
Los
veranos regularmente son utilizados para desarrollar otro tipo de actividades,
sobre todo de esparcimiento, pues si bien es cierto que cada disciplina u
ocupación merece sus propios espacios de reajuste y descanso, los entornos
escolares llevan implícito en su contenido dosis de aplicación lúdica y
deportiva; lo que equilibra lógicamente su desarrollo en los ciclos en que se
aplican; no obstante los mas pequeños (educación preescolar y primaria),
siempre necesitarán mas tiempo para absorber tanto el aprendizaje como la
recuperación por el esfuerzo de un periodo.
En
múltiples entornos educativos se suelen aprovechar los tiempos de descanso para
ofertar ciclos de aprendizaje ligero que cubran las carencias de ciertas
materias en algunos alumnos irregulares o aceleren la disposición de otros para
algunas mas; siendo este apoyo el más recurrido por los padres de familia, ya
que los libera de la carga de los hijos durante el tiempo de extra clases y de
paso fortalece los puntos flacos que presenten en cuanto a lo académico. Existen
diversas alternativas para escoger en la palestra de opciones que ofrece el
verano y su espacio de tiempo libre; se puede acceder desde las opciones de
regularización académica que siga planes de estudio formales hasta aquellas que
solo cubran el terreno del esparcimiento y ocupe elementos lúdicos para su consistencia
y desarrollo.
Unos
aparatos emergen en la escena por la necesidad real de los padres de familia de
buscar un alternativa que regularice el aprovechamiento de sus hijos y se
ajustan a los parámetros que decide el comité de padres, quienes seleccionan
tanto el modelo y condiciones de los cursos como el docente o plantilla de
maestros que cubran esa necesidad.
Otros
son núcleos dedicados a proveer este servicio de fortalecimiento educativo de
manera regular, siendo el periodo de verano el que dispara sus indicadores de
venta y determina la cuantificación de la percepción; reduciendo la calidad en
la atención y la provisión del servicio en general.
Cuando
esto aparece es fácil perder de vista la objetividad de un plan veraniego de
regularización y se despista el seguimiento de los hijos al calor de saber que
se encuentran seguros y a salvo en sus espacios escolares emergentes.
Como
describimos antes, la mayor parte de personas que ocupan estos cursos o
“escuelitas” de apoyo son los alumnos mas chicos de edad, pues aunque los mas
grandes como secundaria y bachillerato (incluso ahora universitarios), también
ocupan los tiempos “muertos” para remontar algunas notas; es en el sector
infantil donde se aplica en mayor proporción; causando al mismo tiempo el aumento
del riesgo en accidentes.
Los
menores de edad suelen ser explosivos y no saben medir el impacto de una acción
pues no tienen referencia alguna sobre los peligros hasta que les ocurren, bajo
esta premisa es claro que estando fuera de la observación y del principal
elemento de control que perciben que son sus padres, ellos sentirán la libertad
para actuar a sus anchas y en ese trance poner en riesgo su integridad física.
El
nivel de accidentes en menores de edad siempre ocurre durante los periodos
vacacionales, siendo la casa el principal peligro para ellos cuando están solos
pues la infinidad de artículos electrodomésticos y factores como la energía
eléctrica o el gas son una bomba de tiempo que se activa al menor descuido.
Ahora con la aparición de nuevos elementos de atracción para el infante tales
como las películas, los héroes, los shows de lucha libre y demás, es posible
ver la reencarnación de algún súper héroe o luchador de moda en cualquier niño
emocionado; convirtiendo cualquier espacio en un planeta, arena, coliseo, etc.,
pero también en una potencial tumba.
Con
la pasividad de las niñas, se contrasta la celeridad de los varones, que en la
vorágine de agradar al sexo opuesto (desde su enfoque), cometen las peores barbaridades que uno
pueda imaginar sin tener el menor sentido de la responsabilidad de sus actos;
al no tener un reflejo de la crudeza ni la dificultad en corto, no pueden
imaginar la proporción de los resultados de sus actos ni tienen la capacidad de
iniciar una línea defensiva cuando se encuentran en riesgo.
En
el hogar los peligros se encuentran bien detectados, tipificados y definidos;
tanto en estrategias de prevención como de emergencia y primeros auxilios; pero
fuera de el las circunstancias varían y los riesgos cobran otros tintes y
proporciones. El riesgo en casa es exclusivamente accidental, pero en la calle
factores como la delincuencia o la misma infraestructura poblacional (autos,
casas, etc.), pueden incidir en una lesión o provocar una situación de
emergencia; el robo, el secuestro y la violencia en general representan un
elemento importante para desarrollar esquemas de prevención.
Por
tanto en estos días de pasividad veraniega es mejor estar al tanto de los hijos
y pequeños en general aun sabiendo que se encuentran en casa al cuidado de
alguien o en lugares que propiamente decidimos, pues la intensidad y ánimo de
los niños es incomparable e imparable hasta un punto de cuidado extremo.
La
mayoría de los padres suponemos que nuestros hijos están bien en casa o en los
lugares donde regularmente se encuentran bien, pero hay que tomar en cuenta que
la eventualidad y el ser humano son partes simbióticas que se enlazan cuando
menos lo esperamos, y en los niños esa sentencia es aun mas inesperada.
Estemos
muy al pendiente de nuestros niños, ellos no tiene la culpa de sentir esa
inmensa alegría ni son capaces de contener tanta energía en sus cuerpecitos tan
pequeños.
Nosotros
somos los responsables de ellos, no nos confiemos y cuidémoslos más durante sus vacaciones.
Por
Gerardo Morales
PROPIEDAD
INTELECTUAL: TODOS LOS TEXTOS SON ORIGINALES DE CARLOS GERARDO MORALES OLIVERA
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