jueves, 19 de julio de 2012

Vacaciones veraniegas, el disparo de los riesgos






VERANOS PELIGROSOS



El tiempo es un factor determinante para lograr cometidos de gran alcance; todos los seres que se involucran en actividades que le redituarán una satisfacción implícita en el resultado requerirán utilizar mas tiempo del acostumbrado para percibir un dividendo a favor. Por esta causa todos los sistemas de aprendizaje o encaminados al desarrollo de programas aplicados a cualquier tenor, siempre serán formales y previstos.

Los modelos educativos del país, no embonan todos bajo los mismos criterios y contenidos, por lo tanto la aplicación del sistema preescolar supone una salida emergente a la homogenización de los niveles intelectuales de la población de ingreso; enrocando a aquellos que por una u otra causa no coinciden con la perspectiva de otros educandos.

Por esta causa, en casi todas las regiones y zonas de México, se programan cursos de actualización y regularización académica dirigidos a los estudiantes que lo requieren y bajo el enfoque de periodicidad alterna; es decir, sin un compromiso obligatorio presencial en tiempo pero si en forma.

Estos periodos de aplicación educativa en todos los campos (pues se abordan aspectos que van desde los lúdicos como la danza o los deportes, hasta la investigación y repaso de materias), se hacen comúnmente llamar “Cursos de verano”; pues las fechas coinciden con las el periodo escolar de esa temporada y los ciclos suelen ser cortos y fluidos, tal cual lo expresa un curso.

Los veranos regularmente son utilizados para desarrollar otro tipo de actividades, sobre todo de esparcimiento, pues si bien es cierto que cada disciplina u ocupación merece sus propios espacios de reajuste y descanso, los entornos escolares llevan implícito en su contenido dosis de aplicación lúdica y deportiva; lo que equilibra lógicamente su desarrollo en los ciclos en que se aplican; no obstante los mas pequeños (educación preescolar y primaria), siempre necesitarán mas tiempo para absorber tanto el aprendizaje como la recuperación por el esfuerzo de un periodo.

En múltiples entornos educativos se suelen aprovechar los tiempos de descanso para ofertar ciclos de aprendizaje ligero que cubran las carencias de ciertas materias en algunos alumnos irregulares o aceleren la disposición de otros para algunas mas; siendo este apoyo el más recurrido por los padres de familia, ya que los libera de la carga de los hijos durante el tiempo de extra clases y de paso fortalece los puntos flacos que presenten en cuanto a lo académico. Existen diversas alternativas para escoger en la palestra de opciones que ofrece el verano y su espacio de tiempo libre; se puede acceder desde las opciones de regularización académica que siga planes de estudio formales hasta aquellas que solo cubran el terreno del esparcimiento y ocupe elementos lúdicos para su consistencia y desarrollo.

Unos aparatos emergen en la escena por la necesidad real de los padres de familia de buscar un alternativa que regularice el aprovechamiento de sus hijos y se ajustan a los parámetros que decide el comité de padres, quienes seleccionan tanto el modelo y condiciones de los cursos como el docente o plantilla de maestros que cubran esa necesidad.

Otros son núcleos dedicados a proveer este servicio de fortalecimiento educativo de manera regular, siendo el periodo de verano el que dispara sus indicadores de venta y determina la cuantificación de la percepción; reduciendo la calidad en la atención y la provisión del servicio en general.

Cuando esto aparece es fácil perder de vista la objetividad de un plan veraniego de regularización y se despista el seguimiento de los hijos al calor de saber que se encuentran seguros y a salvo en sus espacios escolares emergentes.

Como describimos antes, la mayor parte de personas que ocupan estos cursos o “escuelitas” de apoyo son los alumnos mas chicos de edad, pues aunque los mas grandes como secundaria y bachillerato (incluso ahora universitarios), también ocupan los tiempos “muertos” para remontar algunas notas; es en el sector infantil donde se aplica en mayor proporción; causando al mismo tiempo el aumento del riesgo en accidentes.

Los menores de edad suelen ser explosivos y no saben medir el impacto de una acción pues no tienen referencia alguna sobre los peligros hasta que les ocurren, bajo esta premisa es claro que estando fuera de la observación y del principal elemento de control que perciben que son sus padres, ellos sentirán la libertad para actuar a sus anchas y en ese trance poner en riesgo su integridad física.

El nivel de accidentes en menores de edad siempre ocurre durante los periodos vacacionales, siendo la casa el principal peligro para ellos cuando están solos pues la infinidad de artículos electrodomésticos y factores como la energía eléctrica o el gas son una bomba de tiempo que se activa al menor descuido. Ahora con la aparición de nuevos elementos de atracción para el infante tales como las películas, los héroes, los shows de lucha libre y demás, es posible ver la reencarnación de algún súper héroe o luchador de moda en cualquier niño emocionado; convirtiendo cualquier espacio en un planeta, arena, coliseo, etc., pero también en una potencial tumba.

Con la pasividad de las niñas, se contrasta la celeridad de los varones, que en la vorágine de agradar al sexo opuesto (desde su enfoque),  cometen las peores barbaridades que uno pueda imaginar sin tener el menor sentido de la responsabilidad de sus actos; al no tener un reflejo de la crudeza ni la dificultad en corto, no pueden imaginar la proporción de los resultados de sus actos ni tienen la capacidad de iniciar una línea defensiva cuando se encuentran en riesgo.

En el hogar los peligros se encuentran bien detectados, tipificados y definidos; tanto en estrategias de prevención como de emergencia y primeros auxilios; pero fuera de el las circunstancias varían y los riesgos cobran otros tintes y proporciones. El riesgo en casa es exclusivamente accidental, pero en la calle factores como la delincuencia o la misma infraestructura poblacional (autos, casas, etc.), pueden incidir en una lesión o provocar una situación de emergencia; el robo, el secuestro y la violencia en general representan un elemento importante para desarrollar esquemas de prevención.

Por tanto en estos días de pasividad veraniega es mejor estar al tanto de los hijos y pequeños en general aun sabiendo que se encuentran en casa al cuidado de alguien o en lugares que propiamente decidimos, pues la intensidad y ánimo de los niños es incomparable e imparable hasta un punto de cuidado extremo.

La mayoría de los padres suponemos que nuestros hijos están bien en casa o en los lugares donde regularmente se encuentran bien, pero hay que tomar en cuenta que la eventualidad y el ser humano son partes simbióticas que se enlazan cuando menos lo esperamos, y en los niños esa sentencia es aun mas inesperada.

Estemos muy al pendiente de nuestros niños, ellos no tiene la culpa de sentir esa inmensa alegría ni son capaces de contener tanta energía en sus cuerpecitos tan pequeños.

Nosotros somos los responsables de ellos, no nos confiemos y cuidémoslos más durante  sus vacaciones.






Por
Gerardo Morales




PROPIEDAD INTELECTUAL: TODOS LOS TEXTOS SON ORIGINALES DE CARLOS GERARDO MORALES OLIVERA









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