martes, 17 de julio de 2012

HOY: Día del burócrata, ¿castigo o premio social?





EL DESINTERÉS POR LOS INTERESES



Hoy 17 de julio se festeja en el país el día del burócrata, una categoría administrativa que cobrara auge a mediados de los 60,s en el gobierno de Manuel Ávila Camacho y que se constituyera como uno de los ejes principales de la maquinaria productiva nacional. A ya varios años de considerarse en el calendario oficial de festejos del país; la burocracia parece no querer ceder su espacio a modelos innovadores de atención a usuarios o manejo de datos, ni evolucionar en sus esquemas de interacción con el público que depende de su servicio o resultados.
A pesar de que la óptica sobre este punto puede variar de acuerdo a cada apreciación individual, sí  podemos asegurar que en algún momento de nuestras vidas hemos tenido una mala experiencia en cuanto a un servicio o contacto forjado bajo este contexto de atención administrativa; si bien no todas las dependencias o empresas tienen el mismo tipo o estilo de expresión o interacción social, siempre existe un caso de incongruencia laboral en este tenor.
El establecimiento de un sector laboral en la economía de una nación depende de su impacto y crecimiento sostenido; dicho impacto se traduce en los resultados positivos que genere y un crecimiento sostenido indica que su desarrollo no impactará negativamente otros rubros o esquemas de interacción. Viéndose la burocracia desde este plano parece merecer mas una recomendación que un festejo.
La constitución de modelos aplicables a las sociedades que los reciben siempre dependerá de la precisión con que se ocupen y estará sujeta a las variables comunes de los medios sociales tales como la carestía, la sobrepoblación o el desempleo; si uno de estos elementos no cuadra en el esquema de interacción lógica de un sector a otro, entonces el modelo fallará.
En la sociedad mexicana de finales del siglo XX, sobre todo a finales de su mandato; Obregón, enmedio de problemas legaloides y de saneamiento administrativo por sus recientes actos gubernamentales de expropiación se vio precisado a ocupar huestes de profesionistas egresados (algunos  tan solo de bachillerato), que representaban mano de obra barata para realizar trabajos de análisis administrativo (investigación, captura, archivo, etc.) los cuales pasaron a ocupar las plantillas laborales de las incipientes instituciones que comenzaban a figurar en la escena pública; consolidándose despues, durante y hasta el final del mandato de Ávila Camacho y su naciente tecnocracia.
Al arranque del gobierno de Díaz Ordaz, este sector laboral ya había adoptado el concepto de burócrata (derivado del modelo tecnócrata que promovió el mandatario anterior), su población concentraba una parte importante del PIB nacional y su capacidad de empleo rebasaba la media indicada por la incipiente en aquel entonces OECDE (Organización de Estados para la Cooperación y el Desarrollo Económico) comparada como otros sectores del país, la tasa de ocupación entre los años 1968 a 1972, se mantuvo estable y los avances en materia de infraestructura y crecimiento en general, requirieron incorporar a su desarrollo capital humano que rápidamente se sumó a las expectativas laborales del sector burócrata y engrosó sus filas.
Durante los periodos de Echeverría Álvarez y López Portillo, respectivamente el nivel ocupacional de los espacios de atención pública y de los servicios técnicos, administrativos y especiales creció indiscriminadamente; rebasando expectativas de ocupación en otros sectores como el campo y la industria, provocando una cruda desfase entre la provisión de alimentos y materia prima, contra la exagerada oferta de atención al público que generaba el modelo gubernamental.
Aunado a esta desproporcionada actividad ocupacional en el país, la misma confianza creada por los actores de las diversas dependencias que arropaban algunos servicios básicos como, el cobro de tarifas, el registro civil o las instituciones de seguridad social; derivó en un hueco motivacional y desinterés que degradó la calidad de esa categoría pública ante los ojos de los usuarios,  y que terminó por contaminar a otras versiones de la aplicación burocrática el enfoque inicial de “humanización” que la interacción persona a persona proponía en su original modelo sesentero.
En México a finales de los 80,s, la burocracia era considerada ya un problema nacional, pues la inmensa masa de trabajadores alineada ahora por aparatos sindicales (esos si, sin evolucionar jamás), lejos de ser una ayuda para la crecida y necesitada población, representaba una carga que alentaba el flujo de las operaciones y un problema para las finanzas, pues el presupuesto excesivo sobre la cobertura de sus derechos adquiridos y bajo el amparo de la ley que los protegía, desgastaba la economía del país y dejaba otros núcleos desatendidos.
A inicios de 1991, el modelo neoliberal del país ya comenzaba a proponer ajustes a la participación del hombre en relación con la atención en servicios públicos y desde el planteamiento de política exterior se consideraba el desarrollo y uso de tecnología provista o trasferida por nuestras contrapartes internacionales para comenzar una cultura de la modernidad en el cumplimiento de trámites u otra modalidad que pudiera prescindir del factor humano.
Con la aparición de las nuevas TI, la provisión y acopio de herramientas que facilitaban la satisfacción de necesidades y aceleraban los resultados (de búsqueda, por ejemplo), quienes se sintieron relegados optaron por escoger nuevas ocupaciones o actualizar sus conocimientos en vías de no dejar de ser útiles para sus respectivas empresas; iniciando con esto una nueva versión de la burocracia, un nuevo modelo de competitividad y permanencia laboral basado en la autosuficiencia y crecimiento del empleado.
Ahora con tantos modelos, tecnologías, enfoques y actores en el curso de nuestras profesiones, ya no es posible precisar quien es burócrata o quien esta simplemente por modelo económico sujeto a la burocracia; ambas cosas diferentes puesto que el primero es quien goza de todos sus derechos sindicales a plenitud, olvidándose de compromisos, presiones y pendientes laborales cuando su sindicato así lo proponga; y el segundo cumple al pie de la letra con su relación sindical pero le es imposible desconectarse de una secuencia profesional y llega a prescindir de algunos derechos muy justificados como el asueto del día de hoy; que por razón propia le corresponde, pero que por sentido de responsabilidad decide no ocupar.
Reconocer la labor del burócrata desde una trinchera laboral personificada puede llegar a no impactar tanto en la percepción individual, aunque la justicia de los verdaderos resultados en un empleo suele dar el beneficio del reconocimiento a todo aquel que se compromete y los alcanza; hoy día del burócrata mas que felicitar a mis colegas administrativos de plaza les conmino a elevar su estatus laboral en lugar de sus continuar con sus desplantes y vicios particulares; pues esto indudablemente les colocará en una mejor posición y les restará el desgastado y nunca bien ponderado término de burócrata; al menos yo y mi núcleo laboral cercano si lo esperamos.



Por
Gerardo Morales



PROPIEDAD INTELECTUAL: TODOS LOS TEXTOS SON ORIGINALES DE CARLOS GERARDO MORALES OLIVERA



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