EL DESCONOCIMIENTO DE LA RAZON
Resulta por demás tedioso, tratar de entender a
quien no expresa el mínimo de comprensión hacia quienes no comparten su
ideología; incluso puede sonar trillado pero el peligro para México es mas potencial cuando la
izquierda no logra sus objetivos, que el que ellos mismos
promueven hacia sus antagonistas cuando estos ganan una contienda o que la persona que estos últimos virtuales ganadores descalifican de oficio sin haber tenido la oportunidad de gobernar, en este caso su propio candidato izquierdista.
Seguramente que quien no tiene una objeto claro
acerca del apartidismo político, podrá censurar este planteamiento en vías de
pensar que se trata de proteger los intereses del priato ahora en el poder, mas
no es así; este espacio siempre tratará de dilucidar los comportamientos
negativos de las personas en relación con el medio y la sociedad en que está
inmersa; y en este caso en específico no solo se vulnera la decisión de
millones de mexicanos que decidieron diferente, sino que se pretende
desestabilizar al país una vez mas a través de campañas de manifestación al
desconocimiento.
Es lógico que quien se supone ganador en una
contienda, y más aún quien tiene la seguridad plena de saberse el triunfador,
difícilmente reconocerá su derrota y apelará a todas las instancias para
ejercer su reclamo; es este el punto en que se encuentran los pasados comicios,
impugnados por derecho ante el tribunal electoral.
Evidentemente, las garantías que ofrece el
IFE (Instituto Federal Electoral), a la ciudadanía en general que participa
(tanto electores como funcionarios); están protegidas por sistemas
desarrollados durante un largo periodo para ese fin con un grado importante de certeza. No se entiende entonces
porque siempre que no se favorece un fallo en cuestiones electorales, se
culpabiliza a las herramientas y quienes las operan en una clara muestra de
incongruencia participativa.
Cuando un elemento de operación falla se decide
impugnar la elección y se persiguen de oficio todas las inconsistencias
probadas por quienes se suponen trasgredidos, agotando las instancias en la
medida de la comprobación o improcedencia de las solicitudes de impugnación.
Los canales para efectuar estas revisiones
también están perfectamente previstas por la Institución electoral y pone a
disposición de los ciudadanos las herramientas, espacios y condiciones
necesarias para esclarecer y proceder conforme a derecho las decisiones que
definitivamente se tomen y apliquen.
Sin embargo cuando vemos que todas las
instancias son rebasadas por la animadversión y el descrédito por no alcanzar sus expectativas quienes se sienten insatisfechos; se desplaza el
sentido positivo de las elecciones para tornarse en un incongruente (y caro)
ejercicio de autoproclamación de triunfo contra quien sea y contra cuantos sea,
en este caso millones de votantes.
Para darnos una simple idea de la maquinaria
que se despliega en toda la nación y de los recursos por demás onerosos que se
asigna a los partidos para desarrollar sus campañas (muchas exageradamente
ostentosas), solo tomemos en cuenta el tiempo que las televisoras otorgan a cada
facción y las traduzcamos en costo de tiempo aire televisivo; por otro lado
consideremos el gasto que desarrollan las familias para acudir a votar, siendo
este quizá el mas considerable ya que se realiza de manera conciente y por
voluntad propia sin tener un cometido mas que el de ejercer el derecho de
expresar su voluntad. También tomemos en cuenta el desperdicio de tiempo
productivo aplicado al periodo electoral (enmarcado por si fuera poco por el
clásico “Año de Hidalgo”), y la basura que deja la propaganda política que
hasta la fecha aun impera en las calles.
Otro de los factores que suponen ilógica una
anulación de los comicios es la apreciación errónea que los grupos de poder en
el país puedan tener como referencia de un núcleo social dividido; el mensaje
que se mande al plano internacional sobre nuestras condiciones sociopolíticas y
al crimen organizado, de flagrante división ideológica, un elemento ideal para sus fines.
Demostrar como sociedad civil (excluyendo al
narcotráfico que se encuentra coludido inevitablemente) que estamos divididos,
nos deja mal parados ante los enemigos de facto de la nación que son la
violencia y el crimen; nos pone en evidencia como seres humanos y nos arrebata
el derecho a pedir explicaciones sobre temas de absoluto sentido social como
las elecciones. Expresar ante los ojos del mundo que no podemos aceptar una
decisión regulada de manera colegiada, es un mal elemento de nuestra
idiosincrasia nacional, pues en el tránsito de arropar a un sector de la
población para cumplir su derecho de exigencia de justicia, se vulnera el de
otros y se evidencia la poca autoridad de las instituciones para hacer válido su
dictamen.
Ahora despues de dos instancias agotadas, se
persigue una tercera que aduce una “compra de votos” (en todo caso se compraría
la voluntad política del votante), a base de elementos varios de apoyo como lo
serían las despensas, las gorras, los artículos escolares, etc.; olvidándose
los postuladores del tema que en las contiendas electorales estas prácticas las
persiguen todos (en mayor o menor proporción), y quien las permite es
precisamente el votante (también de cualquier filiación); no entendiéndose como
es posible que algo que le afecta (o le beneficia) al elector que recibe una
prebenda, sea utilizado por un partido político como un recurso para nulificar
un resultado; cuando de eso se tratan precisamente los periodos de campaña, de hacer
campaña.
Ahora bien, cuando la inconformidad radica en
la utilización de recursos para aplicarlos en la “compra del voto” en un día en
particular como lo sería el preciso día de la elección, pues la perspectiva de
la sociedad puede dirigirse y manipularse al antojo del quejoso; ya que este se
propondrá como victima y no aceptará su participación proporcional sobre lo que
el mismo presenta como queja y de lo cual también es proporcionalmente
responsable, pues es incierto que no haya aplicado esta estrategia, y de no
hacerlo tendría que explicar en que agotó todos los recursos provistos.
El tema a discusión observa que el PRI, exageró
sus gastos en ese tenor y maximizó su capacidad de sensibilización a través de
esa estrategia, utilizando todo tipo de elementos de apoyo hacia los mas
necesitados para incidir en su mentalidad (¿y no es ese el cometido de las
campañas?) y aprovechando recursos de moda como los monederos electrónicos y
antiguos como las despensas para satisfacer a todos los núcleos posibles; todo
un ejercicio de captación clientelar a través de la segmentación del mercado
votante.
La inconformidad actual (con esta ya son tres
presentadas, las anteriores dos ya fueron atendidas y desechadas) de los
“afectados” por los resultados de la contienda, consiste en determinar si hubo
un rebase en los topes de campaña y si estos fueron canalizados de manera legal
al organismo político para su ocupación. El sentido, estrategia o aplicación de
estos no debería ser tema de discusión, pues en este caso la compra o
incidencia de un votante a través de una prebenda debe ser detectada en
flagrancia y sancionada en su momento; pues ya introducido el voto en la urna
es un elemento inconsistente de prueba y su incidencia es relativa, amén de que
es necesaria la presencia también del votante para deslindarla o tomarla en
cuenta.
Cuando hablamos de “peligro para México”, no
nos referimos a quien llegue a tener el poder de los destinos del país, sino al
ambiente que se genere al interior del espacio nacional por las condiciones que
presenta o exhibe un grupo social en cuanto a otro; no se trata de descalificar
el derecho propio que tienen los ciudadanos para expresar sus inconformidades
ni de coartar el espacio ni los medios para hacerlo. Referirnos a un peligro es
intentar prevenir un clima de insatisfacción que predomine en un nuestra
sociedad devenido por la frustración de quienes no podrán cumplir sus
aspiraciones políticas pero que seguirán tratando de llevar a todos en su
vorágine de destrucción, descalificación e intolerancia.
Hoy todos tenemos la oportunidad de medir las
consecuencias de nuestros actos y enfoques; si es realidad lo que se dice del
virtual ganador de la contienda y nos espera un ciclo de injusticias, rapiña y
sub-desarrollo, entonces tendremos que reajustar nuestra visión y componer el
camino a base de análisis y presencia. Si los resultados no cambian estaremos
ante el escenario mas prometedor, no para nuestros sentimientos partidistas ni
con la identificación de candidatos, sino para resarcir nuestras relaciones
como seres humanos encaminadas por lo regular hacia los mismos fines.
Rehacernos como sociedad después de un periodo
de desgaste ideológico debe ser la prioridad antes que hacer valer un mero
capricho inaplicable, sumemos esfuerzos y demostremos que nuestro nacionalismo es mayor que esta actual división.
Por
Gerardo Morales
PROPIEDAD INTELECTUAL: TODOS LOS TEXTOS SON
ORIGINALES DE CARLOS GERARDO MORALES OLIVERA
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