miércoles, 25 de julio de 2012

TERMÓMETRO: Relaciones en números rojos





LOS VECINOS INCOMODOS



La dimensión de nuestros actos nos orillan a descubrir también la realidad de los ajenos en la medida de la colusión de intereses y de la empatía que pueda derivarse en un espacio compartido.

Sin mas elementos que la mala perspectiva individual que uno tenga de otra persona, es posible que no se pueda entender la aparición de un estado de conflicto entre individuos que sigan una misma línea de acción. La presión de la escena pública origina desfases entre los intereses y regularmente se pierde la óptica ante resoluciones de tipo colectivo.

Quienes forman parte de un equipo específico, no necesariamente tienen que compartir ideales o particularidades respecto a su rol dentro del área que compartan; el sentido de responsabilidad indica que antes de reflejar la personalidad en un espacio de trabajo  tenemos que demostrar aptitudes y dejar que los resultados de nuestra aplicación hablen por si solos.

Desgraciadamente existen en las áreas de trabajo incontables situaciones que despistan el sentido de aplicación laboral de determinados individuos, quienes trasmutan en propiedad exclusiva de sus vidas personales este sentido y exceden el rango de responsabilidad en cuanto a la percepción, participación y cometido de las tareas colectivas. Esto suele ser traducido en malas interpretaciones por parte de los miembros de los equipos de trabajo y se pone en riesgo la calidad reflejada o alcanzada en un lapso de tiempo determinado.

Como la mayoría de las personas defienden sus aspectos personales de manera continua y recurrente es seguro que el cometido de su inoportuno “celo espacial”, decrezca el ánimo de quienes son parte de las tareas que se desarrollan al interior de un centro con objetivos comunes. A pesar de que son múltiples las ocasiones en que se tergiversan las causas que originan un encono, siempre resulta lógico expropiar el sentido de participación regular cuando se vulnera el estilo o las características de alguien en particular.

Cuando una persona accede a un nuevo espacio laboral regularmente es recibido en buenos términos y bajo el estándar protocolario adecuado, requerido y sustentado; no así es el desarrollo de las actividades posteriores, las cuales derivadas de un posible ascenso en el resultado de los objetivos o viceversa, puedan ser causa para desacreditar la participación o incidencia de algún miembro del equipo. Es aquí donde se puede percibir el declive de una relación de trabajo pues enlaza la perspectiva de un trabajador común con la de alguien que pueda eventualmente ser requerido para otras actividades.

Al emerger una situación de variabilidad en una agenda acostumbrada a seguir parámetros y objetivos específicos, los integrantes de un equipo que no son considerados para realizar determinadas tareas suelen ser susceptibles ante la eventual omisión de su figura; y dependiendo de la tarea o de su grado de dificultad, así será el impacto devenido en la persona excluida; si se trata solo de eventos superfluos que rellenan una expectativa general seguramente pasarán inadvertidos; pero si de ello dependen ciertos esquemas de posicionamiento en el escalafón de puestos y salarios, entonces es posible que la conducta de quienes recrean una situación de este tipo sí incidan en los resultados de su área.

Independientemente de las causas que originan el declive de un grupo de trabajo, hay que analizar el comportamiento de los entornos en relación con las expectativas de crecimiento que podría tener la empresa en general; bajo este contexto se puede definir el rol de cada participante y descartar la mala injerencia de otros factores que descomponen el enfoque planeado. Es factible que bajo la clara interpretación de cada espacio y sus integrantes, se pueda dilucidar acerca de los roles que seguirá cada quien y evitar caer en situaciones que rebasen la objetividad de las prácticas laborales.

Para alcanzar este ansiado clima laboral y revertir efectos insanos derivados de las personalidades, se tendría que instaurar un modelo de vigilancia continua sobre el círculo de actitudes que rodea a la población de un entorno; de esta forma sería ineludible la conformación de un cuadro de valores que debería inculcarse y seguir de manera casi obligatoria para toda una comunidad que comparta una escena laboral.

Tendríamos que seguir una línea de acción que supliera las condiciones de represión social por un clima de aceptación incondicional que garantizara la inclusión de las personas con mas desgaste social y en el tenor de resarcir los efectos derivados de su constante señalamiento; pues en base a remontar la confianza desde su personalidad misma sería mas fácil reubicar y aprovechar su potencial acorde a las necesidades reales de la empresa.

También es clave, detectar los elementos o núcleos de inestabilidad dentro del entorno; descubrir en medio de la inmensidad de escenas de todo tipo que fluyen en los espacios de interacción los hechos flagrantes que enmarquen situaciones de desacreditación de personas o actos, desestimación de resultados o descalificación de acciones; pues es claro que estas aseveraciones son los principales elementos de destrucción de los equipos de trabajo, sean estos propios o no.

Debería existir en las leyes mexicanas una que impidiera el curso regular de información descalificada y que sancionara la figura de quien la impulsa, pues es claro que quien descalifica a otro siempre es por razones de recelo, envidia o falta de capacidad; incorporando al ya descompuesto aparato social del país un obstáculo mas en su difícil camino al desarrollo global. Proyectar al mundo que nuestra sociedad no esta preparada para competir en buena lid, es enviar un mensaje abierto de que si entre nosotros no nos podemos respetar y apoyar, muy difícilmente entenderemos otra cultura y forma de ver la vida.

Es indudable que las capacidades son clave para generar confianza en los espacios, que la experiencia es básica para  desarrollar tareas específicas; también es cierto que las incapacidades son la principal puerta a la confusión y trastocan cualquier intento de participación bajo el tenor del “desconocimiento”. Es indiscutible que la ignorancia es la mayor fuente de inconformidad del ser humano y aunque este no suela regularmente reconocerla ante los demás, siempre sabrá en su interior la realidad de su nivel y conocerá sus alcances en cuanto a determinados tópicos.

No es causa para perder el rumbo de una empresa, el percibir la aparición de seres acostumbrados al protagonismo que aprovechen las situaciones de menor aplicación intelectual para lucir su presencia y aminorar la de otros ante una eventual promoción o la visión particular de quien lo dirige; muy al contrario debe ser motivo de elogio el ser repentinamente descartados de una actividad informal, pues se entiende que se respeta una categoría explícita; pero en el intento de hacer a un lado a un compañero y no compartirle objetivos que deberían ser comunes (por muy pequeños y sin importancia que parezcan), se esta perdiendo el sentido de trabajo de equipo y no solo eso, también se pueden llegar a perder elementos de la cadena de valor de un área u otros como la misma amistad.

La persecución de objetivos personales deben de justificar su alternancia con los laborales, ya que en el tránsito de no perder espacio ante lo individual, quien pierde terreno, oportunidades de desarrollo colectivo y por ende presencia, es nuestra fuente de trabajo.



Por

Gerardo Morales



PROPIEDAD INTELECTUAL: TODOS LOS TEXTOS SON ORIGINALES DE CARLOS GERARDO MORALES OLIVERA








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